El sábado estuve en un seminario muy interesante sobre traducción técnica que se llevó a cabo en Montevideo, y en el que los asistentes tuvimos la oportunidad de intercambiar experiencias y contar anécdotas relativas a nuestra profesión. Una de las participantes, traductora pública con mucha experiencia, comentó que hace un tiempo hizo varias traducciones para una agencia española, del alemán al castellano. Contó también que el proyecto se había extendido durante largos meses e incluía entregas parciales. Pues bien, al finalizar la última traducción y enviar su recibo de honorarios, recibió la nada alentadora respuesta de la agencia, en la que se le recriminaba que su español era "poco ibérico". La traductora, sudamericana y rioplatense, alegó que nadie le había dicho (ni al principio del proyecto ni en el curso del mismo), que la variedad lingüística a utilizar era el español peninsular y que la agencia bien sabía que ella era sudamericana y que nunca había vivido en España. A consecuencia de esto tuvo problemas para recibir el pago. Creo que esta es una práctica de las agencias frente a la cual los traductores debemos estar prevenidos y actuar antes de aceptar el proyecto. Hay que verificar con cuidado si en la orden de trabajo o compra se especifica la variedad lingüística que debemos utilizar. Si no es así, debemos acordarlo con el cliente de antemano. Cuidado, entonces, con las traducciones que solamente indican que el idioma meta es el "español".
En ese sentido, esta semana me sucedió algo similar. Me encargaron una traducción de un documento legal, con mucha terminología jurídica y para la que, además, había que investigar bastante. El público objetivo era el hispanoparlante de los Estados Unidos. El cliente me aclaró previamente que una revisora mexicana editaría mi traducción. Hasta ahí ningún problema: el cliente sabe perfectamente que soy uruguaya y que nunca he vivido en los Estados Unidos, pero probablemente quería que realizara la traducción debido a mi formación académica en Derecho. El problema es que, a mi entender, la revisora no se limitó a hacer los cambios de estilo necesarios para ajustar mi traducción a los usos y preferencias de los hispanohablantes en Estados Unidos, sino que fue un paso más allá, e hizo muchas adaptaciones de estilo en función, creo yo, de sus preferencias personales. Este es un tema que da para mucho y que dejaré para otro post (es decir, cuál debe ser el límite que el editor no debería cruzar), ahora simplemente quería concentrarme en el "gran" tema de las variedades lingüísticas y los malentendidos con los clientes, por falta de especificaciones previas. Me interesaría mucho leer sus experiencias y consejos prácticos. Muchos saludos.
Traducción y justicia
martes, 7 de agosto de 2012
jueves, 12 de julio de 2012
¿Por qué?
¿Por qué un blog sobre justicia y traducciones? Suena raro, ¿verdad? Al menos los motores de búsqueda en Internet no arrojan muchos resultados cuando combinamos ambos términos (en realidad surgen más bien diccionarios en línea que nos dan la traducción del término "justicia"). Bueno, este blog no se trata de eso. Tampoco es un blog sobre traducción, ni sobre lingüística, ni menos sobre derecho. Es (o al menos es lo que espero que sea) un espacio para intercambiar ideas sobre las prácticas éticas y profesionales en relación con quienes ejercemos la profesión de traductores. Sobre todo quiero hacer énfasis en el trato que recibimos los traductores por parte de los clientes, las agencias (particularmente las agencias...), y de otros traductores que a veces solicitan ayuda y buscan derivar trabajo. ¿El trato es justo? ¿Todos cumplen/cumplimos buenas prácticas profesionales y éticas? ¿Cómo nos tratan las agencias?
El traductor del siglo XXI es un ser que lucha por hacer frente a la soledad tradicional de su profesión en la vorágine de los tiempos actuales y globalizados. Si bien muchos de nosotros intentamos vincularnos (por ejemplo, asociándonos a organizaciones profesionales, pagando membresías, asistiendo a congresos, haciendo "networking", etc.), la realidad es que, por lo general, trabajamos solos frente a una computadora la mayor parte del tiempo. Nuestros clientes están en diversos lugares del mundo (muchas veces remotos), en ocasiones nos separan varias horas. Muchos de nosotros estamos afiliados a sitios, tenemos páginas web, perfiles en redes sociales, etc., y recibimos propuestas a través de la red (ofertas generales dirigidas a x número de traductores, o quizás propuestas concretas) de clientes (la mayoría agencias) que quieren contratar nuestros servicios. Nos solicitan todo tipo de información, nos ponen un montón de exigencias, nos piden que les enviemos nuestras referencias, títulos, etc. Nosotros, traductores, lo hacemos con diligencia (no se debe hacer esperar al cliente, pensamos), así que cortamos con la traducción o la revisión que tenemos entre manos (o quien sabe, en definitiva, dejamos de hacer lo que estábamos haciendo) y raudos y veloces respondemos a cada una de las demandas de nuestros posibles (¡ojalá!) clientes. Mandamos todos nuestros datos, todo lo que piden y luego esperamos. Esperamos, esperamos, esperamos....La mayoría de las veces esperamos en vano, ni siquiera nos retribuyen con un correo estándar: "thank you, but no thank you". Y así quedamos, solos, todavía más solos que antes, preguntándonos por qué no nos reponden.
Bueno, de esto se trata un poco este blog, al menos por ahora.
¡Saludos cibernéticos para todos!
El traductor del siglo XXI es un ser que lucha por hacer frente a la soledad tradicional de su profesión en la vorágine de los tiempos actuales y globalizados. Si bien muchos de nosotros intentamos vincularnos (por ejemplo, asociándonos a organizaciones profesionales, pagando membresías, asistiendo a congresos, haciendo "networking", etc.), la realidad es que, por lo general, trabajamos solos frente a una computadora la mayor parte del tiempo. Nuestros clientes están en diversos lugares del mundo (muchas veces remotos), en ocasiones nos separan varias horas. Muchos de nosotros estamos afiliados a sitios, tenemos páginas web, perfiles en redes sociales, etc., y recibimos propuestas a través de la red (ofertas generales dirigidas a x número de traductores, o quizás propuestas concretas) de clientes (la mayoría agencias) que quieren contratar nuestros servicios. Nos solicitan todo tipo de información, nos ponen un montón de exigencias, nos piden que les enviemos nuestras referencias, títulos, etc. Nosotros, traductores, lo hacemos con diligencia (no se debe hacer esperar al cliente, pensamos), así que cortamos con la traducción o la revisión que tenemos entre manos (o quien sabe, en definitiva, dejamos de hacer lo que estábamos haciendo) y raudos y veloces respondemos a cada una de las demandas de nuestros posibles (¡ojalá!) clientes. Mandamos todos nuestros datos, todo lo que piden y luego esperamos. Esperamos, esperamos, esperamos....La mayoría de las veces esperamos en vano, ni siquiera nos retribuyen con un correo estándar: "thank you, but no thank you". Y así quedamos, solos, todavía más solos que antes, preguntándonos por qué no nos reponden.
Bueno, de esto se trata un poco este blog, al menos por ahora.
¡Saludos cibernéticos para todos!
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)