martes, 7 de agosto de 2012

Variedades lingüísticas y agencias de traducción

El sábado estuve en un seminario muy interesante sobre traducción técnica que se llevó a cabo en Montevideo, y en el que los asistentes tuvimos la oportunidad de intercambiar experiencias y contar anécdotas relativas a nuestra profesión. Una de las participantes, traductora pública con mucha experiencia, comentó que hace un tiempo hizo varias traducciones para una agencia española, del alemán al castellano. Contó también que el proyecto se había extendido durante largos meses e incluía entregas parciales. Pues bien, al finalizar la última traducción y enviar su recibo de honorarios, recibió la nada alentadora respuesta de la agencia, en la que se le recriminaba que su español era "poco ibérico". La traductora, sudamericana y rioplatense, alegó que nadie le había dicho (ni al principio del proyecto ni en el curso del mismo), que la variedad lingüística a utilizar era el español peninsular y que la agencia bien sabía que ella era sudamericana y que nunca había vivido en España. A consecuencia de esto tuvo problemas para recibir el pago. Creo que esta es una práctica de las agencias frente a la cual los traductores debemos estar prevenidos y actuar antes de aceptar el proyecto. Hay que verificar con cuidado si en la orden de trabajo o compra se especifica la variedad lingüística que debemos utilizar. Si no es así, debemos acordarlo con el cliente de antemano. Cuidado, entonces, con las traducciones que solamente indican que el idioma meta es el "español".
En ese sentido, esta semana me sucedió algo similar. Me encargaron una traducción de un documento legal, con mucha terminología jurídica y para la que, además, había que investigar bastante. El público objetivo era el hispanoparlante de los Estados Unidos. El cliente me aclaró previamente que una revisora mexicana editaría mi traducción. Hasta ahí ningún problema: el cliente sabe perfectamente que soy uruguaya y que nunca he vivido en los Estados Unidos, pero probablemente quería que realizara la traducción debido a mi formación académica en Derecho. El problema es que, a mi entender, la revisora no se limitó a hacer los cambios de estilo necesarios para ajustar mi traducción a los usos y preferencias de los hispanohablantes en Estados Unidos, sino que fue un paso más allá, e hizo muchas adaptaciones de estilo en función, creo yo, de sus preferencias personales. Este es un tema que da para mucho y que dejaré para otro post (es decir, cuál debe ser el límite que el editor no debería cruzar), ahora simplemente quería concentrarme en el "gran" tema de las variedades lingüísticas y los malentendidos con los clientes, por falta de especificaciones previas. Me interesaría mucho leer sus experiencias y consejos prácticos. Muchos saludos.

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